MALAQUIAS
El ministerio de Malaquias transcurrió en unos tiempos de indiferencia religiosa y de inmoralidad. En cuanto a lo religioso eran culpables de mundanidad y sacrilegio; en lo moral, de hechicería, adulterio, perjurio, fraude y opresión. En lo social, eran infieles a sus responsabilidades familiares; y en lo material estaban robándole a Dios. Malaquias dirige su primer mensaje a los sacerdotes y luego se vuelve al pueblo en general "De tal pueblo, tal sacerdote" Una cosa a resaltar de este libro es que todas las amonestaciones que Dios les hace, ellos se revuelven contra Dios diciéndoles ¿En qué? Es peligroso cuando el pueblo discute con Dios y trata de defender sus caminos pecaminosos
"Ay de los que a lo malo dicen bueno, y a lo bueno malo" El profeta recalca en sus mensajes a la Iglesia antigua lo terrible de sus pecados contra Dios. I.- DUDABAN DEL AMOR DE DIOS (Versos 1:1-5) "Te he amado" dice Dios a su pueblo. Y ellos le contestan "¿En qué nos has amado?" Dudar del amor de Dios es el principio de la incredulidad y la desobediencia. Eva dudó del amor de Dios y comió del árbol prohibido, pensó que Dios le privaba de algo. Satanás quiere siempre que nos sintamos abandonados por Dios. "Miren las circunstancias difíciles" le inculcó al remanente judío. "¿Dónde están sus cosechas? ¿Por qué Dios no los cuida?" (Versos 2-3. Dios, en el pasado, demostró su amor a su pueblo de dos maneras:
(1) En Su Gracia escogió a Jacob, quien de muchas maneras era un mejor hombre y
(2) juzgó a los edomitas (los descendientes de Esau) y le dio a Israel la mejor de las tierras. Les prometió una tierra que fluía lecha y miel. Pero trágicamente, sus pecados contaminaron la tierra. Incluso entonces, él, en su Gracia, los restauró a su tierra y los libró del cautiverio. II.- MENOSPRECIABAN SU NOMBRE (Versos 1:6-14) Dios les había dado a ellos lo mejor, pero ellos no querían obedecerle. Los sacerdotes no valoraban los privilegios espirituales que Dios le dio; servir al altar, quemar incienso y comer del pan consagrado de la proposición. Y no traían lo mejor para el sacrificio, traían lo peor de los animales. Dios había dicho en su Ley sobre los sacrificios que el animal que trajeran al altar debería ser sin defecto alguno (Deuterenomio 15:21)
"Y si hubiere en él defecto, si fiera ciego o cojo, o hubiere en él cualquier falta, NO LO SACRIFICARAS A JEHOVÁ" ¿En qué hemos menospreciado tu nombre, en qué te hemos deshonrado? La respuesta de Dios está en los versículos 8 y 9. Cuan importante es que meditemos en estas cosas que están escritas también para nosotros (Romanos 15:4) En el versículo 11 se les dice al pueblo de Jehová que los paganos ofrecían mejores sacrificios al Señor que su propio pueblo. Es muy malo que los inconversos sacrifiquen más para su religión que los que conocen de verdad al Señor. El Nuevo Testamento nos dice a los cristianos que somos
"un real sacerdocio y una nación santa" que somos sacerdotes mediante Cristo y nosotros también debemos traerle "sacrificios espirituales" (1ª Pedro 2:5) Pero, ¿cuáles son esos sacrificios? a.- Nuestros cuerpos (Romanos 12:1-2) b.- Nuestras ofrendas (Filipenses 4:14-18) c.- Nuestras alabanzas (Hebreos 13:16) d.- Nuestras buenas obras (Hebreos 13:16) e.- Almas ganadas para Cristo (Romanos 15:16) Realmente, a la vista de todo esto, ¿Estamos nosotros dándole a Dios lo mejor, o solo le damos lo que nos conviene? III.- DESOBEDECIAN SU PALABRA
(Versos 3:1-15) Nuestros sacrificios solo serán aceptos a Dios cuando nuestras vidas estén rendidas a la obediencia de la Palabra de Dios. Así lo dice Dios en 1ª Samuel 15:22
"¿Se complace Jehová tanto en los holocaustos y víctimas, como en que se obedezca a su Palabra?" Este pueblo loco e insensato incluso pensaban en que Dios se agradaba cuando ellos hacían lo malo (Malaquias 2:17) También había creyentes que pensaban esto mismo en los días de Pablo "Hagamos males para que nos vengan bienes" (Romanos 3:8) ¿Qué les haría Dios?
"Maldeciré vuestras bendiciones" Dios maldijo las cosechas, el pueblo estaba pobre, no traían las ofrendas a los sacerdotes y por tanto, estos pasaban hambre. Al no obedecer ellos a la Palabra de Dios, están por tanto dañándose a sí mismos. El pueblo desobedeció a Dios robándole los diezmos y las ofrendas. En realidad, cuando el pueblo de Dios no es fiel en sus ofrendas, no-solo le roban a Dios, sino que se roban a sí mismos. Dios cerró la lluvia y arruinó las cosechas debido al egoísmo de su pueblo. Diezmar u ofrendar no es regatear con Dios, sino que Dios promete bendecir y cuidar a quienes son fieles en su mayordomía (Filipenses 4:10-19) Dios no está en bancarrota, él quiere nuestros diezmos y ofrendas como expresiones de nuestra fe y amor. Cuando el amor de un creyente hacia Cristo se enfría, por lo general lo demuestra en el área de la mayordomía. Si cada miembro de la Iglesia trajera al Señor su ofrenda de amor, nuestras Iglesias locales tendrían más que suficiente para atender a su amplio ministerio. En aquellos días de Malaquias, y dentro de aquel pueblo tan apostata, había un remanente fiel que no olvidaba la casa de Dios, y que se congregaban para bendición (Malaquias 3:16-18) Son mi tesoro, dice el Señor. Que hermoso cuadro del creyente fiel. Las joyas son preciosas y nosotros somos preciosos a los ojos de Dios. Él nos compro con su sangre, nos está puliendo con pruebas y aflicciones. Y un día en Gloria brillaremos con belleza y esplendor. A Cristo se le describe como el sol de Justicia. Para la Iglesia, él es la
"estrella resplandeciente de la mañana" (Apocalipsis 22:16) Porque aparecerá cuando la hora es más oscura y levará a la Iglesia a su hogar. Pero para los desobedientes, los blasfemos, significará ardor para los perdidos, pero para sanidad para los judíos y gentiles salvos en Cristo. Nuestro pequeño libro termina con unas terribles palabras de maldición para aquel día de Jehová, día de retribución y castigo para los rebeldes y desobedientes, tantos judíos como gentiles. Pero aquellos que tememos su Nombre, aquel día Jesucristo nos traerá salud eterna y gloria sin fin. Vamos a mantenernos firmes y sin fluctuar en nuestra profesión cristiana, en el verdadero sentido de la fe revelada por Dios. Honremos a Dios, no dudando nunca de su amor, no menospreciando su nombre y viviendo en sometimiento a sus mandamientos. Este libro es el último del A.T. y deberíamos tomarlo como un punto referencial de enseñanzas vitales para la Iglesia de hoy, que vive en medio de una generación adultera y perversa, y nosotros, seamos luminarias que demos luz de un verdadero testimonio de Cristo. MANUEL SALVADOR. |