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Estudiando el Nuevo Testamento

EVANGELIO SEGÚN SAN MATEO.

CAPITULOS 5-7  2ª Parte (Los principios del Rey)

EL SERMÓN DEL MONTE (Continuación)

3ª BIENAVENTURANZA: (Mateo 5:5) “Bienaventurados los mansos, porque ellos recibirán la tierra por heredad”. La mansedumbre es todo lo contrario a la altivez, y aquellos que quieran identificarse con el cristianismo de Cristo han de hacerlo tomando como ejemplo o modelo a su fundador.

“Aprende de mí, que soy manso y humilde de corazón”(Mat. 11:29). Un discípulo no puede ser diferente a su Maestro. El que ha nacido del Espíritu tiene que producir el fruto del Espíritu, y que es entre otros;”Mansedumbre”(Ga. 5:23). El mundo aborrece a los “mansos” y los tienen por gentes débiles y afeminados, apocados y cobardes. Dios mira a los “mansos” y los exalta y los hace herederos de la tierra nueva. Dios, por el contrario aborrece a los altivos;(leamos varios pasajes de la Biblia), por ejemplo: (Pr. 6:16-17a.; Pr. 16:5; Pr.21:4). Santiago 4:6 dice que”..Dios resiste a los soberbios(altivos)y da gracia a los humildes(mansos)”. ¡Hermanos, esta tercera “bienaventuranza” nos habla de la humildad en el carácter de aquellos que por haber nacido de nuevo hemos sido hecho participantes de la naturaleza divina(2ª P. 1:4). Sin humildad no se puede aprender, porque el primer paso en el discipulado cristiano es ser conscientes de nuestra propia ignorancia. La altivez es todo lo contrario porque esta piensa de sí misma que lo sabe todo. Un gran orador hispano romano decía de algunos de sus alumnos: “No me cabe duda de que serian excelentes alumnos si no estuvieran convencidos de que ya lo saben todo”. No se le puede enseñar nada a una persona que cree que ya lo sabe todo. Sin humildad no puede haber tal cosa como el amor, porque el verdadero principio del amor en un discípulo de Cristo es el sentimiento de su propia indignidad. Sin humildad no puede haber verdadera religión, porque toda verdadera religión empieza por un darse cuenta de la propia debilidad y necesidad de Dios. Una persona solo alcanza su verdadera humildad cuando es consciente de que es una criatura de Dios y lo tiene como su Creador, y que sin Él no puede hacer nada.”...Porque separados de mi nada podéis hacer”(Jn. 15:5).

Este reino del Mesías irrumpió en este mundo conquistando a las personas no con espada ni con ejércitos, a la manera de los reinos del mundo, su fuerza estaba en el amor de Dios que los transformaba en nuevas criaturas y que los cambiaba de personas altivas y bravas, en una gente mansa y humilde de corazón. La forma en que estos súbditos del reino de los cielos irrumpió en aquella sociedad, leuda la vieja masa con un mensaje hasta entonces desconocido por los hombres, un reino que no era de este mundo, pero que tenia en si el germen para cambiar a los hombres, y darles una nueva orientación ética y moral capaz de iluminar las mas profundas oscuridades en la que vivían, aquellos hombres y mujeres  nuevos del reino de Cristo no vocearían ni gritarían en las plazas pero su manera de vivir en la humildad de su mismo Rey harían que el lobo y el cordero pudieran vivir juntos(Is. 11:6).

 

4ª BIENAVENTURANZA (Mt. 5:6) “Bienaventurados los que tienen hambre y sed de justicia, porque ellos serán saciados”. ¿A qué es debido  que algunos cristianos continúan como bebés espirituales, y otros van hacia la madurez espiritual?. En esta bienaventuranza, Cristo nos afirma que el secreto del crecimiento espiritual reside en el APETITO espiritual. Los que comen poco crecerán poco; los que comen mucho, crecerán mucho. Aquellos que tienen un apetito voraz por la Palabra de Dios y por la persona de Jesucristo, y que satisfacen su apetito leyendo la Palabra y en comunión con el Señor, crecerán a la madurez espiritual.

¡Cristo es nuestra justicia perfecta, él es nuestro divino pan de vida, y él es nuestra agua de vida, él mismo se convierte para el alma en su mayor necesidad y ansia así, como los grandes hombres de la Biblia que nos dejaron sus testimonios escritos en la Palabra, compartiendo con nosotros los secretos de sus corazones hambrientos y sedientos de la justicia divina, y de la cual fueron plenamente “saciados”. Moisés siervo de Dios clamando en la montaña como un pobre hambriento para que Jehová le enseñe su camino y le muestre su gloria (Ex. 33:13-18). David caminó en una entrañable comunión con Dios y  pudo escribir los Salmos  que han sido un consuelo a los santos sufrientes a través de los siglos. Él había penetrado profundamente en las cosas del corazón de Dios, con lo que podía decir: “Jehová es mi Pastor; nada me faltará” (Sal. 23:1). Sentía tal sed de Dios que era como un ciervo que buscaba las fuentes de las aguas (Sal. 42). Un alma hambrienta que buscaba a Dios de madrugada (Sal. 63) etc., etc.,...El apóstol San Pablo, su corazón sólo estaba satisfecho en Cristo, y el Señor se convirtió para el apóstol en la única comida y bebida por la que suspiraba su alma y el único tesoro de su vida. Esta misma necesidad sentía el apóstol San Pedro cuando escribía a aquellos de quienes él era el pastor espiritual: “Desead como niños recién nacidos, la leche espiritual no adulterada, para que por ella crezcáis para salvación” (1ª P. 2:2). En 2ª P. 3:18, él mandaba: “Creced en la gracia y el conocimiento de nuestro Señor y Salvador Jesucristo”.Pero Pedro dice que el crecimiento depende del apetito, “Desead...la leche espiritual no adulterada para que por ella crezcáis”. La Palabra de Dios fue dada para ser al alma lo que el alimento es para el cuerpo físico. Una perdida de apetito indica serios problemas físicos, así como la perdida de apetito espiritual indica un problema espiritual serio. “Bienaventurados los que tienen hambre y sed de justicia, porque ellos serán saciados” (Mt. 5:6). ¡Hermanos, Dios en Cristo, nos ha aderezado mesa delante de nosotros!. Su bendito Hijo Unigénito es el pan que descendió del cielo para dar vida al mundo; Él es verdadera comida y verdadera bebida; Pero sólo los hambrientos y sedientos de esa comida del cielo serán saciados. Nuestra hambre y sed del Señor debería poner en nuestra alma una oración semejante a la de sus discípulos: “...Señor, danos siempre de este pan” (Jn. 6:33-34). ¡Hermanos, la autentica felicidad esta en la justicia de Dios la cual es Jesús, en él seremos saciados!. ¿Amén?. OREMOS POR ESTA CLASE DE COMIDA.

 

5ª BIENAVENTURANZA (Mt. 5:7) “Bienaventurados los misericordiosos, porque ellos alcanzaran misericordia”. Aquí  volvemos otra vez a recordar lo que decía Santiago: ¿Puede dar una fuente por una misma abertura agua dulce y amarga? (Stg. 3:11). En manera alguna, ¿podemos los hijos de Dios ser inmisericordiosos?. En manera alguna. Todo lo que existe, lo que vemos y lo que no vemos, son obras de las eternas misericordias de Dios (Sal. 136). Toda la Biblia es un canto a la misericordia de Dios. Jesucristo es la misma manifestación de la misericordia, podemos decir que es, la misericordia en persona, habitando entre los hombres y revelándose a los hombres. Cristo mismo que  es la personificación de la misericordia, nos enseña a sus creyentes a ser como él mismo era y es. “Sed, pues, misericordiosos, como también vuestro Padre es misericordioso” (Lc. 6:36), “porque misericordia quiero y no sacrificios” (Mt. 12:7). En Mateo 9:13, Jesús nos enseña que debemos aprender lo que significa “misericordia “, “Id, pues, y aprender lo que significa: Misericordia quiero y no sacrificios”. ¿Qué es la misericordia?, ¿Cómo podemos manifestarla?. Decir a la clase, que la misericordia es la virtud que nos inclina a ser compasivos y clementes, en la misericordia se destaca el carácter compasivo del amor de Dios por los pecadores. Nosotros tenemos que reconocer que solo por la misericordia de Dios hacia nosotros, AUN todavía, después de ser salvos, nos sigue soportando por su misericordia, la cual es eterna. Esta bienaventuranza llama felices a los que viven en la practica de la misericordia, y la bienaventuranza está en que si somos “MISERICORDIOSOS CON EL PRÓJIMO eso revertirá a nuestro favor ya que alcanzaremos misericordia”. ¡Hermanos, esta “BIENAVENTURANZA”, nos recuerda a los que nos decimos pertenecer a esta sociedad o reino de Cristo, que si somos lo que somos y tenemos lo que tenemos en Cristo solo se debe a la GRACIA DE DIOS Y A SU MISERICORDIA!. El mundo en que vivimos es inmisericorde. Al mundo religioso le sucede lo mismo que en los días del ministerio publico de Jesús, que para aquellos celosos religiosos de la Ley, una bestia valía mas que una persona, el oro del templo mas que el templo, el sábado mas que el hombre, aquella justicia de los fariseos era solo una fachada hipócrita de religión carente de verdadera piedad. Esto fue lo que Cristo condeno en ellos, y por el contrario dijo a sus discípulos que “..Si vuestra justicia no fuera mayor que la de los escribas y fariseos, no podrían ser ciudadanos de su reino” (Mt. 5:20). ¡Hermanos, ¿cómo estamos nosotros de misericordia?. No debemos olvidar lo que esta QUINTA BIENAVENTURANZA nos enseña a los que necesitamos de la misericordia divina! ¿Amen?.

 

6ª BIENAVENTURANZA (Mt. 5:8) “Bienaventurados los de limpio corazón, porque ellos verán a Dios”. Solo la inocencia, la completa ausencia del pecado hará posible ver a Dios. Los ciudadanos de este reino de los cielos que nos vino con Cristo, tenían que ser de una limpieza tan sublime, capaces de poder resistir al fuego purificador de Aquel, cuya “mirada es como llama de fuego”(Ap. 1:14). Aquel delante del cual ni aun la luna ni las estrellas son limpias delante de sus ojos (Job 15:15). Ninguna persona que no haya sido limpiada por la sangre del Cordero de Dios podrá estar de pie delante de Aquel cuya majestad es terrible y quienes sus propios Ángeles cubren con sus alas sus rostros (Is.6:2), ante la majestad de su Santidad inmaculada.

Jesús le dijo a Pedro que a menos que se dejara lavar por él no tendría parte con él (Jn. 13:6-8). Ni la mas leve mota de suciedad puede entrar delante del Dios de la Gloria (Sal. 24). Pero aquellos que estamos en Cristo  por la fe en su sangre derramada por nuestros pecados en el calvario, si lo aplicamos por la fe, aquella sangre de Jesucristo nos limpia de todo pecado (1ª Jn. 1:5-7). ¡Ver a Dios será la dicha de las dichas, verlo en su hermosura será la felicidad suprema, la esperanza de los redimidos por la sangre de Jesús podemos estar completamente SEGUROS de que veremos a Dios, porque Jesucristo es para nosotros nuestra justicia perfecta y era por esto que el autor a los Hebreos nos dejara escrito por el Espíritu Santo: “Porque tal sumo sacerdote nos convenía: Santo, inocente, sin mancha, apartado de los pecadores, y hecho mas sublime que los cielos” (He. 7:26).

Esta santidad de Cristo, su inocencia, su inmaculada persona, y su apartamiento de toda pecaminosidad, es para los que le hemos recibido por nuestro Salvador y hemos aceptado su obra en la cruz, de esta manera toda su limpieza nos ha sido dada, traspasada por imputación a los que creemos en él. Por tanto, nuestro gozo de ver a Dios esta asegurado porque nuestros corazones han sido limpiados por la Palabra de fe en la sangre de Jesucristo nuestro Señor y Salvador. ¡La felicidad suprema será ver a Dios y al Cordero inmolado quien nos representa ante el Dios SANTO!.

“Bienaventurados los de limpio corazón, porque ellos verán a Dios” (Mt. 5:8) Esta bienaventuranza nos pone al mismo tiempo en guardia contra todo lo impuro, y el pecado aparece a los ojos de los súbditos como algo terrible y odioso, ya que “ninguna cosa sucia entrara en la presencia de Dios” Y aunque es bien cierto que ya hemos sido limpiados por la sangre de Jesús y regenerados por el Espíritu Santo que habita en nosotros, no es menos cierto que debemos mantenernos en lucha contra el pecado que nos asedia por todos lados y no hacer maridajes con él. La limpieza es algo que debemos amar, buscarla y defenderla, la vida de los súbditos del reino debe ser una vida luminosa, una vida que exhale olor a santidad. Toda nuestra vida debe ser un testimonio de que realmente vivimos separados de las suciedades en las que el mundo vive y se goza. La ética moral y espiritual de los súbditos del reino tiene que ir, paralelo, con Aquel que es el Rey y a quien representamos en esta tierra como sus embajadores.

“Bienaventurados los de limpio corazón, porque ELLOS verán a Dios” (Mt. 5:8).

 CONTINUARA.

  © 2000 Iglesia de Cristo de Sevilla

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